domingo, 31 de octubre de 2010

Las estrellas

—¿Ves esa estrella tan brillante de ahí? Es Sirio.
—Ah, sí. Israel le quitó los Altos del Golán, ¿verdad?
—No, no, eso fue a Siria.
—Bueno, he fallado por una letra.

sábado, 30 de octubre de 2010

El amor en los tiempos de internet (2)

Él: ¿Qué llevas puesto? Ten en cuenta que estoy deprimido.
Ella: Tendría que mentirte para animarte.
Él: Pues miénteme.
Ella: No llevo nada.
Él: Así me gusta.
Ella: ¿Ves qué bien te conozco?
Él: Sí.
Ella: Si fuese prostituta, sería tu favorita.
Él: Lo cierto es que se me está poniendo dura y todo; qué tonta es la mente.
Ella: ¡No, ahora no, que me tengo que marchar!
Él: Bueno, pues huye. Abandóname aquí con mi soledad y mi pene erecto.
Ella: Lo del pene erecto no inspira compasión.
Él: Ya. Pero tampoco te quedarías si lo tuviera flácido.

viernes, 29 de octubre de 2010

Gran salto adelante

—Vamos ahora a la Torre Eiffel.
—Vale. Vayamos con cuidado, no nos caiga un suicida encima.
—¿Un suicida?
—Claro, ya sabes: a los suicidas les encanta tirarse desde edificios emblemáticos. Por el simbolismo, supongo. Empire State Building, Torre Eiffel, las Torres Gemelas en su día... Y de puentes. En general, les gustan las alturas. Es ver un sitio elevado y no pueden contener el impulso de arrojarse desde él.
—Vaya.
—En algunos países es más complicado suicidarse. Imagina que vives en Holanda, en mitad del campo, y no tienes lugar desde donde saltar. Y no puedes cavar un hoyo profundo para tirarte en él, que seguro que encuentras agua.
—La dura vida del suicida.

jueves, 28 de octubre de 2010

Reset

Empezar de nuevo. Con alguna frase que recordaba, más o menos. La escribo y me la envío por correo. A partir de aquí edificaremos algo nuevo. Poco a poco. Como si fuera la primera vez.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Susana

Me gusta Susana, aunque no se lo digo mucho. Me gusta cuando se ríe de algo que ha dicho ella misma. Me gusta cuando pasea su cuerpo cimbreante por la habitación, vestida sólo con una camiseta. Me gusta cuando conduce como una loca a través del tráfico y se le sube el vestido y no se da cuenta. Me gusta su forma de hacerse la ofendida cada vez que le tomo el pelo. Me gusta oír el cascabel que lleva en el tobillo; sobre todo por la noche, mientras me voy quedando dormido lentamente y ella se remueve entre las sábanas. Me gusta Susana, aunque no se lo digo mucho porque estas cosas hay que callárselas siempre.

martes, 26 de octubre de 2010

Querer

Me lo preguntaba con tono tan acuciante que, por primera vez, noté que me invadía el desaliento; y, aún más que el desaliento, esa desesperación que se apodera de nosotros cuando nos damos cuenta de que, pese a nuestros esfuerzos, nuestros méritos y toda nuestra buena voluntad, nos topamos con un obstáculo insalvable.
PATRICK MODIANO, Calle de las Tiendas Oscuras


«¿Pero qué quieres de mí?», me preguntó ella.
«Pero qué no quiero de ti», pensé yo.

lunes, 25 de octubre de 2010

El desayuno continental

—«A veces cuando me aburro pienso en maneras de morirme» —dice ella.
—Yo prefiero leer —contesta él.
—Idiota. No es mío, es de Roger Wolfe.
—¿El qué? ¿El aburrimiento? ¿La muerte?
—El verso. Era un verso lo que he dicho.
—Ah.
—¿Te apetece un desayuno continental?
—¿Continental?
—Es como llaman en Inglaterra a un desayuno servido al estilo europeo.
—Pero es que estamos en Europa.
—Qué vulgar eres —dice ella, con hastío.
—Perdona, es que me pones nervioso. Eres muy bonita.
—Lo sé. No importa; vamos a desayunar.
—Bien.
—¿Sabes una cosa? A veces tengo mucho miedo por las noches.
—¿Eso también es de Roger Wolfe?
—No, joder, eso lo digo yo.
—Me temo que no he leído mucha poesía y me confundo con facilidad.
—Ya. Te estás untando mantequilla en la mano.
Él se mira la mano y ve que con los nervios no ha cogido la tostada, que sigue en el plato.
—Yo siempre desayuno así —improvisa.
Ella le mira con incredulidad. Él intenta disimular y se unta más mantequilla en la mano. Luego se la lame. Ella le mira con los ojos muy abiertos. Él empieza a sudar copiosamente, como si estuviera pensando: «dios, qué estoy haciendo». En su huída hacia adelante, se vierte aceite y sal en la mano mientras sonríe como un maniaco y sopesa la idea de arrojarse por la ventana, pues quizá entonces olvidaría ella todo este lamentable incidente del desayuno continental.

domingo, 24 de octubre de 2010

Bueno

La vida es una mierda, pero no me quejo.

sábado, 23 de octubre de 2010

Ayer, hoy, mañana

Te llamaba sólo para quejarme de lo lejos que está el pasado y para decirte que no te he olvidado, aunque puede que te inventara, no lo sé. Puede que el pasado fuera sólo un espejismo que hemos dejado atrás. Ya, ya lo sé, no es culpa de nadie. Hay que seguir. Mañana será otro día. Mañana. Mañana.

viernes, 22 de octubre de 2010

Algunas mujeres

Algunas mujeres me recuerdan quién soy
y otras hacen que me olvide.

martes, 19 de octubre de 2010

La pausa necesaria

Estos son los años que he invertido en nada. La vida que he dejado atrás. El camino que me ha alejado de todo lo que amaba.

lunes, 18 de octubre de 2010

Demoliciones controladas

He empezado por abajo la destrucción de mi vida.
Es tan sencillo.
No hay apenas cimientos.

domingo, 17 de octubre de 2010

Y el tercermundismo literario

Uno manda un relato a un concurso como quien manda una carta de amor. Y ya sabemos en qué quedan las cartas de amor.

sábado, 16 de octubre de 2010

El amor en los tiempos de internet

Él: Hola.
Ella: Hola.
Él: Me gustas mucho.
Ella: Si no me conoces.
Él: Digo físicamente. He visto tus fotos.
Ella: Ah.
Él: ¿Qué haces?
Ella: Veo vídeos de gatos.
Él: Ah.
Ella: Sí.
Él: ¿Qué llevas puesto?
Ella: El pijama.
Él: ¿Cómo es?
Ella: Rosa.
Él: ¿Es sexy?
Ella: No sé.
Él: ¿Me pones la webcam?
Ella: ¿Para qué?
Él: Para ver tu pijama.
Ella: No es tan interesante.
Él: Vaya.
Ella: ¿Quieres ver un vídeo de gatos?

viernes, 15 de octubre de 2010

El último adiós

—Buenos días, somos de la funeraria.
—¿Y qué quieren?
—Llamábamos para saber si tiene pensado morirse próximamente.
—¿Cómo dice?
—Verá, el negocio no va todo lo bien que quisiéramos, así que intentamos llevar un presupuesto más estricto. Más científico, por así decirlo. Bueno, ¿se va a morir o qué?
—¡Oiga, no son maneras!
—Perdone, pero es que tenemos que ahorrar también en las llamadas, de ahí que vaya directamente al grano. Dígame: ¿Por qué no quiere morirse? ¿Tiene algo contra nosotros? ¿Qué queja tiene de nuestros servicios como empresa?
—No es que tenga algo contra ustedes, es que no quiero morirme.
—Todos tenemos que morir.
—¡Pero no ahora!
—¿Por qué no? Es un momento tan bueno como cualquier otro. ¿Es que ha quedado con alguien?
—De hecho, estoy esperando visita. Vienen unos amigos a casa a tomar algo.
—Perfecto. Puede recibirlos muerto.
—No creo que sea lo más educado.
—Imagine el impacto que tendrá en sus vidas. Le recordarán siempre.
—¿Y de qué me sirve eso a mí?
—Amigo, no hay nada más glorioso que la gloria, si me permite la redundancia. ¿Se le ocurre algo mejor que ser siempre recordado por sus amistades? Con cariño y estremecimiento. Piense en la escena: sus amigos se encuentran la puerta del piso abierta, entran y le ven sentado en el sillón, difunto y en batín.
—No tengo batín.
—Pues en pijama, aunque el efecto dramático no es el mismo. Póngase una copa de brandy en la mano, para compensar.
—No creo que me dé tiempo a morir. Tienen que estar al llegar.
—¿No tiene matarratas en casa?
—No.
—Podría dejar el gas abierto, pero entonces tendría que cerrar la puerta. Vaya problema.
—¿Qué hacemos entonces?
—Ya lo tengo: concéntrese y trate de tener un infarto.
—¿Así, de repente?
—¿Tiene una idea mejor?
—Pues...
—Probemos. Llámeme si no se muere.

jueves, 14 de octubre de 2010

En realidad

—En realidad, funcionamos de forma parecida: yo estoy con otras porque no quieres estar conmigo y tú estás con otros porque no quieres estar conmigo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

...

Nadie te conoce mejor que yo, que te he inventado un millón de veces.

martes, 12 de octubre de 2010

Casting

—Así que quieres que sea un personaje de tu novela.
—Eso es.
—¿Tendré mucho diálogo? En un relato estuve todo el rato sentada en la barra, esperando que el narrador se acercara a mí, pero al final se marchaba sin decirme nada.
—Serás un personaje importante.
—Quiero ser rubia. Nunca he sido rubia en ningún texto.
—Hecho.
—¿Qué hay de mi motivación?
—¿Qué?
—Ya sabes. ¿Qué haré en la novela y por qué?
—Básicamente, le harás la vida imposible al protagonista.
—¿Cómo? ¿Pequeños sabotajes cotidianos?
—Más o menos. De forma romántica.
—Ah, es una novela de amor.
—Es una novela de amor.
—¿Narrada en primera persona?
—Narrada en primera persona.
—Vale, acepto. ¿Cuándo empezamos?
—Tengo pensado ponerme a escribir a partir de este fin de semana.
—Bien. Sólo otra cosa: no voy a acostarme contigo.
—Pero las musas y los autores...
—Yo no. Ya no.
—Vaya.

lunes, 11 de octubre de 2010

Logística

Tanta tristeza y a mí se me está acabando el sarcasmo.

domingo, 10 de octubre de 2010

Quatuor pour la fin du temps

El desierto. Un HOMBRE se guarda arena en los bolsillos. Lo hace una y otra vez, afanosamente. Aparece un PROFESOR. Lleva un salacot.
PROFESOR: Buenas tardes.
HOMBRE: Buenas tardes.
PROFESOR: ¿Qué hace?
HOMBRE: Calor.
PROFESOR: No, me refiero a qué hace usted.
HOMBRE: Recojo arena. Para después.
PROFESOR: Qué enigmático es usted; parece ruso.
HOMBRE: No me consta serlo. ¿Y usted? ¿Qué se le ha perdido por aquí?
PROFESOR: El tiempo.
HOMBRE: Qué respuesta tan típica.
PROFESOR: Es culpa del autor, que es perezoso.
HOMBRE: No me diga.
PROFESOR: Sí. Pero porque no cobra lo suficiente.
HOMBRE: Eso se lo ha hecho decir el autor.
PROFESOR: Sí, lo confieso. Pero el autor merece un trato mejor.
Saca una pancarta que dice: «Libertad para el autor». Se escuchan tímidos aplausos entre el público. Tres aplausos, para ser exactos. Y una tos.
HOMBRE: Bueno, ya basta. ¿Conoce la salida del desierto? Ya no me cabe más arena en los bolsillos.
PROFESOR: Cualquier dirección lleva fuera del desierto. Eventualmente.
HOMBRE: Como filósofo es usted pésimo.
PROFESOR: No he dicho que sea filósofo.
HOMBRE: Pero lleva usted un salacot. Como Hegel.
PROFESOR: No recuerdo que Hegel llevara salacot.
HOMBRE: Vale, da igual. ¿A qué se dedica entonces?
PROFESOR: Invento leyendas africanas.
HOMBRE: ¿Leyendas africanas?
PROFESOR: Sí, están muy solicitadas en las conversaciones de café europeas. Yo las invento y luego las vendo. Al fin y al cabo, ¿qué sabe la gente de tradiciones africanas? Pero a los intelectuales de salón les encanta pontificar.
HOMBRE: Ya veo, hace usted un servicio a la sociedad occidental.
PROFESOR: Sí. La última que he escrito va de Dios y un elefante, ¿quiere que se la cuente?
HOMBRE: No, gracias; yo soy más de leyendas asiáticas.
PROFESOR: Qué calamidad, de ésas no sé nada.
HOMBRE: Mejor.
Aparece de pronto una hermosa MUJER vestida de manera provocativa.
MUJER: ¡Soy la salida del desierto!
El público, esta vez de forma unánime, se levanta y abandona la sala, dirigiéndose a la taquilla para exigir la devolución de su dinero.

sábado, 9 de octubre de 2010

Intermedio

—Anoche soñé contigo. Estuvo muy bien. En mis sueños siempre eres cálida.

viernes, 8 de octubre de 2010

Volver a ti

Volver a ti y otros actos de veteranía kamikaze. Volver a la chica que no está en mi vida, sino en la de otros. Un amor fundado en la ausencia, en el ansia; no en el día a día, como se construyen los amores normales. Un amor fundado en el silencio, en el vacío, en el anhelo. La destrucción sostenible. «Yo me destruyo para saber que soy yo y no todos los demás», que decía Artaud. Yo ni siquiera me destruyo para eso. No. Lo hago porque es mi elección ante el resto. Me destruyo para hacerlo yo y no que me destruyan otros.
Porque me dejo la vida en momentos acabados, en amigos que se marchan, en amores que no llegan. El pasado que no tuvimos, los besos que no te di.
Sólo hay melancolía en todas partes, el amargor en la lengua, la quemazón en la piel. Y de nada vale poner todo esto por escrito. La literatura no puede salvar a nadie. La vida no está entre las cien paredes de una novela.
No hay más que una desolación eterna.
Y las noches perdidas y los fracasos tempranos.
Y la reconstrucción mental de la amada. Pasear contigo a todas horas por estas calles oscuras y solitarias de la imaginación, que es todo lo que puedo permitirme. El monólogo interior que es siempre el amor. El monólogo interior que es siempre el desamor. El monólogo interior que es siempre la vida. Una historia que nos contamos para poder seguir viviendo. Pero tú eres verdad. Nada más es verdad. «I never thought I'd need so many people», cantaba Bowie. Yo lo cambio: nunca pensé que sólo te necesitaría a ti.

jueves, 7 de octubre de 2010

Borrar

Porque no quiero olvidar, escribo, pero es mentira. He dedicado mi vida entera a olvidar.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Capítulo 2200

Amarte es estar de rodillas
y yo ya empiezo a tener una edad.

martes, 5 de octubre de 2010

Guerra de sexos

—Hay un ratón en el cuarto de baño —dice ella.
—¿Y qué quiere?
—Déjate de bromas y acaba con él.
—¿Yo? ¿Y qué sé yo de capturar ratones? ¿Te crees que he hecho un curso o algo así?
—Pero eres el hombre.
—¿Y qué?
—Que es tu labor. Los hombres cazáis, lo lleváis en la sangre. Desde las cavernas.
—Bueno, sí, pero no es un mamut, es sólo un ratón.
—Más a mi favor: la tarea será más sencilla.
—Vale, vale, ya voy. Eso sí, que conste que lo cocinas tú.
—Imbécil.

lunes, 4 de octubre de 2010

Romanticismo

Estando en la cama, le cuento unas anécdotas sentimentales de un par de amigos y dice: vaya, sois todos unos románticos. Yo la miro y le pregunto: ¿cómo que todos? Bueno, ya sabes, me responde. No, no sé, digo, ¿yo también soy un romántico? Claro, se te nota, contesta ella. Como si fuera la marca de Caín o algo así, pienso yo.

domingo, 3 de octubre de 2010

La autarquía sentimental es una consecuencia de inventarse el amor

Busco en el periódico una página en blanco, que sería la lista de los escritores secretos más importantes. Pero no la encuentro. Yo que quería mirarla e imaginar mi nombre en ella, escrito con tinta invisible. Y fantasear con las entrevistas que no me hacen. Soñar titulares como: «La autarquía sentimental es una consecuencia de inventarse al amor». Todo el mundo parece idiota en un titular. Incluso en las entrevistas ficticias. «Noguera nos habla de Boris Vian y sexo anal». Reportajes fotográficos en revistas de tendencias. Yo con un pantalón de Custo, aunque no sé si Custo es un diseñador, una tienda, una marca o qué. «Este otoño se llevan las chaquetas de ante y las novelas existencialistas».

sábado, 2 de octubre de 2010

La eternidad (2)

No hay más eternidad que en tus besos, que regateas siempre.

viernes, 1 de octubre de 2010

Je me souviens (3)

Me acuerdo de tu vestido rojo. Y recuerdo también que no llevabas nada debajo.